REDACCIÓN DE ARTÍCULOS CIENTÍFICOS
Una de las cuestiones más sorprendentes acerca de publicar en revistas
científicas es que todo el mundo lo considera algo muy difícil, inalcanzable y
en muchos casos así es. Frecuentemente, se asigna la mayor parte del trabajo
duro a uno de los miembros más jóvenes del equipo, se le dan un montón de datos
y algunas vagas instrucciones, y se le deja que escriba prácticamente solo.
Cuando ha terminado, todos los demás se sienten autorizados a verter todo tipo
de críticas sobre el borrador, desde la mala colocación de una coma hasta la
sugerencia de que se debería volver a escribir completamente el artículo para
otra revista (con mayor factor de impacto, naturalmente). No es de extrañar que
la mayor parte de la gente se rinda sin más: uno de los aspectos más tristes de
los cursos a los que he asistido es el número de personas que reconocen tener
uno o más trabajos «aparcados»: artículos que fueron escritos, pero se quedaron
atascados y yacen olvidados en el fondo de un cajón.
La intención del presente artículo es poner las cosas en su sitio:
escribir un artículo científico y conseguir que se publique es mucho más fácil
de lo que se pueda pensar. Lo que hay que hacer es abordar todo el proceso de
una forma sistemática. Para ello, he propuesto seguir diez pasos, que resumo a
continuación.
1. PASO: COMPRENDER EL JUEGO DE LA PUBLICACIÓN
La capacidad para escribir un artículo científico sólo se relaciona con
la capacidad para escribir otro artículo científico. No se debe considerar como
una medida de la capacidad clínica o científica, la inteligencia o el valor
como ser humano. Los que consiguen publicar son aquellos que tienen la
motivación suficiente (véase «segundo paso») y han resuelto con éxito todo el
resto de pasos necesarios para conseguir publicar.
La clave está en que el objetivo no es escribir un «buen artículo» (de
hecho, existen opiniones muy diversas acerca de lo que es un buen artículo),
sino escribir un artículo que el director de una revista biomédica quiera publicar.
Lógicamente, el artículo debe tener un sólido fundamento científico, pero hay
muchos más artículos sólidos científicamente que espacio disponible en las
revistas. Los elegidos serán aquellos artículos que los directores o editores
de las revistas crean que serán más apreciados por sus lectores. Por tanto, si
se quiere publicar en una determinada revista se debe descubrir qué es lo que
quiere el correspondiente director y satisfacer esa exigencia.
Dicho de otra forma: se trata básicamente de una actividad de venta. La
tarea consiste en crear un producto (el artículo científico) y vendérselo al
cliente (el director). Una vez que éste lo ha comprado (publicación) se
completa la transacción y se ha resuelto con éxito la tarea. En otras palabras,
se ha ganado la partida.
2. PASO: DECIDIR SI SE QUIERE JUGAR
La calidad de un artículo científico está determinada fundamentalmente
por el primer autor, es decir, por la persona que desarrolla en su mayor parte
el trabajo de escritura del manuscrito. Por tanto, si se asume esta posición se
debe estar seguro de que se le podrá dedicar todo el tiempo que sea necesario.
Esto significa que tiene que ser algo que realmente se quiera hacer.
Hay que hacerse dos preguntas esenciales: ¿por qué se quiere escribir un
artículo científico? y ¿en qué revista se quiere publicar? Hay que pensar bien
las respuestas, porque una idea clara de lo que se quiere hacer y del cómo
servirá de estímulo para mantener la motivación. Si no se encuentran buenas
respuestas para estas preguntas, lo mejor es olvidarse de escribir el artículo
y dedicarse a algo más útil (como cuidar de los pacientes) o más agradable
(como leer o pasear).
3. PASO: DEFINIR EL MENSAJE DEL ARTÍCULO
Éste es un paso vital que se pasa por alto con mucha frecuencia. Hay que
resistir la tentación de empezar a escribir los resultados tan pronto estén
disponibles. Hay que tomarse antes un tiempo para pensar: ¿qué significado
tienen en realidad los resultados del estudio? Se debe escribir el mensaje
principal del estudio en una sola frase, unas doce palabras con al menos un
verbo. Esto obligará a pensar con claridad, y también servirá de ayuda para
elaborar el artículo partiendo de su núcleo central.
Un mensaje que el autor considere interesante no es suficiente: ¿lo considerará
el director de la revista elegida lo bastante interesante también como para
publicarlo? Aquí se debe tomar una decisión basada en la evidencia: habrá que
buscar revistas que hayan publicado sobre ese tema (lo que resulta bastante
fácil con una búsqueda automatizada) y tratar de identificar las revistas que
tengan un interés evidente en el tema. Por ejemplo, revistas que hayan
publicado recientemente un trabajo al final del cual se plantee la pregunta que
nuestros datos están en condiciones de responder.
Por último, hay que decidir quiénes serán los coautores y ponerse de
acuerdo con ellos preferiblemente por escrito- no sólo en cuanto al mensaje y
a la revista que se pretende, sino también sobre la programación del tiempo.
Esto será de gran ayuda más adelante, cuando los coautores empiecen a sugerir
que se empiece el trabajo de nuevo, con otro planteamiento y para otra revista.
4. PASO: DECIDIR LA INFORMACIÓN A PRESENTAR
Uno de los mayores problemas cuando se escribe no es qué decir sino qué
se debe omitir. Muchos científicos son partidarios del «método de la baraja»:
se recogen todos los datos y se barajan en pantalla hasta que se consigue
darles la forma de un artículo.
Hay otro método, que consiste en escribir el mensaje del artículo
(tercer paso) en el centro de una hoja grande de papel. Este mensaje se va
rodeando con las preguntas y respuestas necesarias para apoyarlo. Este proceso
se conoce como la «técnica del plano mental». Es muy útil para elegir lo que se
tiene que decir y lo que puede ser omitido.
5. PASO: FIJAR LA ESTRUCTURA DEL MANUSCRITO
Escribir es una actividad lineal. Por tanto, es necesario fijar una
determinada estructura para el manuscrito. En primer lugar, se debe consultar
la revista en la que se desea publicar y analizar la estructura que tienen los
artículos existentes. Hay que fijarse, en particular, en las diferentes
secciones. En los artículos originales, generalmente, serán cuatro:
Introducción (¿por qué lo hizo?), Métodos (¿qué hizo?), Resultados (¿qué
encontró?) y Discusión (¿qué significado tiene todo ello?). Es conveniente
observar cuántos párrafos tiene aproximadamente cada sección (una estructura
habitual es dos párrafos en la Introducción, siete en Métodos, siete en
Resultados y seis en Discusión).
Hay que comprobar si aparecen frases clave (p. ej., al final de la
Introducción y al comienzo de la Discusión). La primera frase de la
Introducción suele ser un «mini compendio» de todo lo que ya sabemos y,
generalmente, es formularía y aburrida. Son más importantes la última frase de
la Introducción («por tanto, se ha llevado a cabo...») y la primera frase de la
Discusión («Nuestro estudio demuestra claramente que...»). La última frase de
la Discusión debe ser una clara exposición del mensaje del artículo (tercer paso).
6. PASO: ESCRIBIR
Muchas personas emplean demasiado tiempo en esta etapa, principalmente
porque no sólo están escribiendo, sino también estructurando y revisando al
mismo tiempo. Si se ha establecido previamente la estructura del artículo (como
hemos sugerido en el paso anterior) se puede escribir muy deprisa: una
Introducción puede llevar no más de 10 minutos, por ejemplo.
Lo importante en esta fase es no perder el tiempo preocupándose por los
detalles, y obtener sobre el papel un primer borrador claro y coherente. En
esta etapa es muy útil seguir el consejo del escritor americano James Thurber:
«no lo escribas bien, escríbelo simplemente».
7. PASO: VOLVER A ESCRIBIR
Ésta es una etapa esencial del proceso. Desgraciadamente, la mayoría de
las personas la llevan a cabo muy mal, porque emplean demasiado tiempo en los
aspectos que menos importancia tienen. Así pues, ante todo hay que plantearse
las grandes preguntas (macro edición): ¿Tiene un mensaje coherente el artículo?
¿Es adecuado el mensaje para la revista donde se quiere publicar? ¿Está el
artículo debidamente estructurado? («quinto paso»).
Después vienen los detalles (micro edición). Habrá que leer varias veces
el manuscrito, centrándose en un aspecto específico cada vez. ¿Están los datos
verificados y vueltos a verificar? ¿Cuadran las cifras? ¿Se han respetado las
reglas básicas de sintaxis y ortografía? ¿Se han seguido los requisitos de las
Instrucciones para autores? ¿Se han cometido erratas tontas, como poner
«pariente» en lugar de «paciente» o «moralidad» en lugar de «mortalidad»? Es un
trabajo muy tedioso, pero es necesario hacerlo.
8. PASO: AÑADIR LOS EXTRAS
Éste es un trabajo todavía más tedioso, y es recomendable dividirlo en
partes más manejables:
Referencias. Revisar el borrador y buscar las afirmaciones del texto que
necesiten ser apoyadas con referencias. Si hubiera varios trabajos que
defiendan el mismo punto con igual eficacia, es mejor inclinarse por los que
están publicados en la revista en la que se quiere publicar o, mejor aún, por
los escritos por el director de dicha revista.
Tablas y figuras. Presentan los datos necesarios para apoyar el texto.
Se debe consultar la revista en la que se desea publicar para averiguar el tipo
de figuras y tablas que les gusta y el estilo a seguir.
Título. Los directores de las revistas biomédicas tienen puntos de vista
diferentes para calificar lo que consideran un buen título. A algunos les
gustan los punto y comas, a otros los verbos, hay muchos a los que les gustan
los signos de interrogación. Conviene consultar números antiguos, comprobar
cuál es el estilo predominante en la revista de elección y seguirlo. Llevará
menos de un minuto.
Resumen. Conviene escribir el resumen lo más tarde posible -y de una sola
vez-. Una vez más, hay que ceñirse al estilo de la revista en la que se quiere
publicar; no llevará más de 10 minutos. Comprobar que los contenidos del
resumen son homogéneos con los del texto principal: con mucha frecuencia
existen variaciones considerables entre uno y otro
.
Carta de presentación. Es muy importante, aunque a menudo se pasa por
alto. Es la oportunidad de vender, así que hay que explicar al director de la revista
quién es el autor principal (en el encabezamiento de la carta, cualificaciones,
etc.), qué es lo que se envía (el mensaje) y, con cierto tacto, indicar cuáles
son las razones por las que debería publicar el artículo en su revista. Por
ejemplo, si el artículo es el último de una «serie» o debate que se viene
produciendo en la revista, hay que recordarlo.
9. PASO: REVISORES INTERNOS
Se puede pedir consejo informal a los colegas acerca del artículo, pero
no mucho. En vez de invitarles a que hagan tantos comentarios como deseen,
conviene centrarles sobre una tarea específica. Por ejemplo: ¿Puedes encontrar
algún error tonto aquí? ¿Hay alguna omisión importante? ¿Crees que los lectores
de la revista lo entenderán?.
Después, el artículo debe circular entre los demás autores, una vez más
pidiéndoles que realicen tareas específicas en vez de entregarles una
invitación en blanco para la crítica. Conviene recordar las fechas límite que
se acordaron en su momento (v. «tercer paso»). Hay que intentar que toda
discusión se base en la evidencia: una argumentación acerca de si el artículo
debe ser escrito en voz activa o en modo impersonal («descubrimos» o «se
descubrió») se puede zanjar simplemente observando el estilo que predomina en
la revista en la que se quiere publicar.
10. PASO: ENVIAR EL MANUSCRITO
Éste es un buen momento para celebraciones, porque a partir de ahora el
asunto queda fuera del propio control. Si la parte científica es pobre o no se
ha elegido la revista adecuada (ambas cosas se pueden evitar fácilmente, v.
«tercer paso»), el artículo será rechazado. En este caso, si la parte
científica es realmente pobre y no puede mejorarse, es mejor tirar el
manuscrito a la papelera. Si el trabajo se considera científicamente aceptable,
pero aun así es rechazado, entonces se ha cometido un error de marketing: se
debe buscar una revista más adecuada y volver otra vez al tercer paso.
Un día llegará la notificación de que el artículo ha sido aceptado,
siempre y cuando se tengan en cuenta los comentarios de los revisores. Esto a
veces es más fácil de decir que de hacer, sobre todo cuando hay desacuerdo
entre los revisores o el trabajo no ha sido bien entendido por alguno de ellos.
Es importante recordar que los revisores aconsejan al director de la revista,
de manera que hay que hacer lo que se pueda. Si se considera que alguno de los
cambios sugeridos no es procedente, hay que decirlo así al director de la
revista, explicando las razones.
Con un poco de suerte el siguiente paso será la publicación del artículo.
Ahora hay que prepararse para todo tipo de comentarios críticos. Conviene
recordar, sin embargo, que es mucho más fácil comentar sobre algo que ya está
escrito que escribirlo. Así que es también una buena ocasión para volver a
celebrarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario