viernes, 4 de diciembre de 2015

Dinamicidad de las Organizaciones y sus Implicaciones en la Gestión del Talento Humano en Positivo



Las organizaciones públicas son sistemas que desde el punto de vista de su complejidad tienen un carácter dinámico, evolucionan en el tiempo de forma variable y esta dinamicidad esta signada por la actividad humana que en ellas se desarrolla y por las fuerzas del entorno que actúan sobre ellas.

Chiavenato (2003), señala que el tercer milenio apunta a cambios cada vez más acelerados e intensos en el ambiente, en las organizaciones y en las personas, y considera que estos cambios se deben al impacto de tendencias que incluyen globalización, tecnología, información, conocimiento, servicios, énfasis en el cliente, calidad, productividad y competitividad; que afectan y seguirán afectando la manera como conviven las organizaciones y las personas que laboran en ellas. 

Vivimos en una sociedad de organizaciones, pues en ellas nacemos, en ellas aprendemos, de ellas nos servimos, en ellas trabajamos y también en ellas pasamos la mayor parte de nuestras vidas. Estas organizaciones cumplen funciones para satisfacer las necesidades básicas de la colectividad y por lo general la mayor parte de la población está involucrada o se ve afectada por las organizaciones, porque casi todo lo que la sociedad necesita, se produce en las organizaciones. 

Para Robbins (1999) la organización es una unidad social coordinada conscientemente, compuesta de dos o más personas que funciona con una base relativamente continua para lograr una meta común o un conjunto de metas.
Por su parte, Fuenmayor (2001), define una organización como “...un sistema de actividades humanas diseñadas y formalmente realizadas con el propósito de cumplir con un fin prefijado y explícitamente definido”,  introduciendo la referencia sobre sistema de actividades humanas y sintetizando un modelo formal básico de organización compuesto por: actividades, recursos y actores (medios) para lograr los fines.

Basándonos en estas acepciones que se han venido configurando por los diferentes aportes de la Teoría de la Organización, podemos aproximarnos a afirmar que una organización es entonces un patrón de relaciones por medio de las cuales las personas, bajo el mando de los gerentes persiguen metas comunes. Estas metas permiten a la organización permanecer en el tiempo y para ello necesitan un contexto estable y comprensible para desarrollar sus potencialidades. El proceso gerencial de la organización implica tomar decisiones para crear este tipo de marco. 

Pero en la actualidad, las organizaciones están siendo impactadas por dos procesos fenoménicos: el primero, la globalización que está generando cambios importantes en el entorno global y local interconectándolos y el segundo, la redificación que apoyada en las tecnologías de la información y comunicación, está cruzando transversalmente todos los procesos organizacionales, trastocando los modos de pensar y hacer (Caballero 2001).

Igualmente estos entornos en los que operan las organizaciones actuales, genera una situación de constante competencia e innovación tecnológica cuya solución es la flexibilización de la estructura organizativa, de tal forma que la empresa gane en dinamismo y en capacidad de adaptación y respuesta a los continuos cambios del entorno, manteniendo e incluso mejorando su posición competitiva y esto requiere de personas con capacidad para aprender y adaptarse continuamente a los cambios. 

Es así como las organizaciones se configuran en sistemas adaptativos  complejos que aprenden a través de los individuos que aprenden; considerando que aún cuando el aprendizaje individual no garantiza el aprendizaje organizacional, no hay aprendizaje organizacional sin aprendizaje individual y éste es el espíritu de la organización inteligente que promueve Senge (1999).

Senge (2000) explica que cuando formuló la idea de «organización de aprendizaje», se interesó de manera particular en aprender como controlar los sistemas humanos a gran escala, los cuales son tecnológicos, económicos, culturales y políticos; que nunca pueden comprenderse si nos quedamos en sólo una de esas dimensiones; y se sorprendió por el hecho de que nadie sabía como dirigir, manejar o influenciar los sistemas humanos a esa escala, para él estamos fuera de control, por definición técnica. 

Anteriormente lo más importante en una empresa era su activo fijo y su financiamiento. En la actualidad la empresa se basa en el capital intangible de la información y el conocimiento y su dueño, la gente no se puede reemplazar por capital en las labores intelectuales y de servicios, por tal razón el ser humano en esta organización es su activo más valioso Suárez (2001). 

Y es entonces que son las personas los protagonistas de la gestión, porque la gestión es decisión, y son ellas quienes toman las decisiones en base a su conocimiento, todo ello con un cierto grado de incertidumbre.

Por su parte destaca Hammer (2000), que el modelo tradicional que las organizaciones han utilizado durante los últimos doscientos años es uno de «mando y control» similar al que emplearon las legiones romanas y la idea de un procedimiento estándar de operación que se decide desde las altas esferas y se ejecuta sin descanso por los trabajadores, ya no tiene ningún sentido en un entorno donde se necesita mucha flexibilidad y una gran capacidad de respuesta. Este autor, conocido en todo el mundo como creador de los conceptos de reingeniería y gestión de procesos, exhorta a que debemos empezar con la premisa de que lo que necesitamos son procesos de altas prestaciones y esto significa que los individuos deben producir mayores componentes del trabajo que ha de llevarse a cabo y no fragmentos sueltos y esos trabajos mayores necesitan individuos más cualificados.

Por otra parte, lo que se refiere al término gestión, Ivancevich, Lorenzi, Skinner, y Crosby. (1997), lo definen como un proceso que comprende determinadas funciones y actividades laborales que los gestores deben llevar a cabo a fin de lograr los objetivos de la empresa. Estos autores resaltan que la perspectiva de la gestión desde el punto de vista de las personas tiene otro significado adicional, se refiere a la importancia de los empleados con los que el gestor trabaja y a los que dirige en el cumplimiento de los objetivos de la organización. Las personas son la sangre que da la vida a la organización.
Según Chiavenato (ob. cit) la historia de la gestión del talento humano es relativamente reciente y a pesar de que la administración de personas tiene sus orígenes en la Revolución Industrial, ella está adquiriendo fuerza en nuestros días. Es una de las áreas que ha experimentado más cambios y transformaciones en los últimos años y la visión que actualmente se tiene de ella es totalmente diferente de su configuración tradicional cuando recibía el nombre de administración de recursos humanos. Esta nueva visión surge debido al impacto de las megatendencias globales que están rompiendo los viejos paradigmas.

Expone Chiavenato (ob. cit.) que la Gestión del Talento Humano está relacionada con políticas y prácticas que pueden resumirse en seis procesos: 
1) Admisión de personas.
2) Aplicación de personas.
3) Compensación de personas
4) Desarrollo de personas
5) Mantenimiento de personas
6) Monitoreo de personas. 

Todos estos procesos están interrelacionados, se entrecruzan y se influyen recíprocamente.

No obstante, la gestión del talento humano es un área muy sensible a la mentalidad que predomina en las organizaciones y es por ello que no debe observarse solamente como un proceso biomecánico de gestión; de acción y efecto de gestionar o administrar; sino como un área de la ciencia administrativa que está siendo afectada por los cambios de paradigmas que están ocurriendo en el mundo intelectual en el contexto de la dirección de empresas y que está propensa a la investigación de sus múltiples dimensiones.

Desde la perspectiva de la Ciencia Administrativa, Lozano, Jiménez, Águila y Padilla (2000) argumentan que se ha observado una gran influencia de las posturas filosóficas en los enfoques de la dirección de empresas a pesar de no haber un consenso entre los autores sobre este aspecto. Igualmente reflexionan que la modernidad pareciera que no ha sido desplazada totalmente por la postmodernidad, considerando el peso de los trabajos que se producen sobre la base de contenidos importantes del método modernista. 

Para Suarez (ob. cit.), en esta época de la Postmodernidad, estamos asistiendo a la coexistencia y contradicción de dos modos de producción; el modo de producción maquinal e industrial y el modo de producción microelectrónico, elemento que nos induce a percibir el quiebre de la estructura organizativa moderna. La globalización de la economía y el nuevo desarrollo tecnológico producen el escenario necesario para una nueva manera de producir, trabajar, pensar, crear, vivir y han introducido en las organizaciones un elemento transformador que ha propiciado la transfiguración del modelo de producción. 

Y en este sentido Lanz (2001) plantea que hay una crisis de los modelos organizacionales asociados a los paradigmas modernos que es de orden epistémico, es decir de la propia naturaleza de las prácticas y sus soportes racionales. Argumenta que las adaptaciones de los procesos organizacionales a las nuevas condiciones de posmodernización de la sociedad obedecen a la pulsión de continuidad (reproducción) que es constitutiva de las prácticas sociales y de sus formas; de manera tal, que buena parte de las reformas y rediseños de los paradigmas organizacionales sobre todo en el ámbito del trabajo y de los negocios está asociado a la dinámica de adaptación de cada espacio a los requerimientos del contexto. 

Asimismo destaca este autor, que en esta transición posmoderna emergen nuevas prácticas sociales que están experimentando nuevas organizaciones y por otro lado se manifiesta una transversalización de los flujos de sentido en las organizaciones que está propiciando un proceso de reorganización de esas prácticas sociales que supone un aplanamiento organizacional y que este proceso coexiste con prácticas tradicionales, con métodos despóticos y con mentalidades arcaicas por cuanto está asociado a un rasgo cultural de esta transición posmoderna que bulle en la civilización occidental y que tiene que ver con una transfiguración de las formas de las prácticas sociales como son el destronamiento del status, el eclipse de las jerarquías y la deslegitimación de los criterios de autoridad. Arguye este autor que los nuevos enfoques organizacionales se sitúan expresamente por encima de la lógica epistémica de las disciplinas, trastocando los fundamentos del viejo modo de pensar la organización y transitando el camino de otro modo de pensar que postula expresamente una perspectiva transdisciplinaria. 

Desde otro enfoque y basados en la experiencia japonesa, Nonaka y Takeuchi (1999), plantean que aun cuando en la filosofía occidental dominante el individuo es el principal agente poseedor y procesador de conocimiento; el individuo interactúa con la organización a través del conocimiento y para ello proponen un interesante modelo, bajo la metáfora de hipertexto que resulta de la síntesis dinámica de la estructura burocrática y de la estructura de fuerza estratégica, traído de la organización militar que contrarresta el pensamiento dicotómico de estas dos estructuras organizacionales y en lugar de considerarlas excluyentes mutuamente, son reconocidas como complementarias. Estos autores consideran que una organización debe tener una estructura no jerárquica y autoorganizable que funcione en línea con su estructura jerárquica formal y conforme la complejidad de la organización aumente, ésta debe maximizar simultáneamente la eficiencia en el nivel corporativo y la flexibilidad local. La organización de tipo hipertexto permite que dos o tres capas o contextos totalmente diferenciados coexistan en la misma organización.

Partiendo de los supuestos anteriores, el autor concibe a la gestión del talento humano en las organizaciones públicas venezolanas como un proceso complejo porque se presenta en una pluralidad de contextos, donde surgen múltiples interacciones entre la organización y las personas que la constituyen obedeciendo a simbolismos socioculturales que dan como resultado un accionar auto-eco-organizado que va en procura de los objetivos de la propia organización.

Y ante estos argumentos esbozados, podemos suponer entonces, que cualquier intervención o reorganización de las prácticas sociales, en procura de atraer, seleccionar, establecer y desarrollar el talento humano en las organizaciones públicas venezolanas, en el tránsito modernidad-postmodernidad, repercutirá en los procesos que en ellas se llevan a cabo y requerirá de un cambio en la lógica organizacional. 












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